Estos errores aparentemente pequeños pueden causar grandes problemas.
Una de las mejores partes de ser dueño de un negocio familiar, la familia, también puede ser su perdición. Trabajar con parientes o planear traer otra generación a la compañía puede ser gratificante o frustrante.
Para mantener tu negocio familiar en la familia, necesitas tener un plan que esté bien comunicado no sólo a los miembros de tu familia sino también a cualquier otra persona que trabaje para ti. Si no lo haces, te preparas para el fracaso.
Los propietarios de empresas familiares se enfrentan a una serie de retos especiales. Tienen que tener en cuenta no sólo sus propios intereses, sino también los de cualquier miembro de la familia que esté involucrado, así como las necesidades de los empleados clave. Eso es difícil pero no imposible, siempre y cuando evite estas trampas.
No le des demasiado a tu hijo
En los días en que la lucha profesional era un negocio territorial, a veces el dueño de un territorio «empujaba» a su hijo, lo mereciera o no. Eso significaba que harían de su hijo el ganador de los partidos y a menudo el centro de la promoción sin tener en cuenta su capacidad real.
A los participantes no les gustó eso. Aceptarían al jugador de segunda generación sólo al nivel de su capacidad y se rebelarían si fuera «empujado» por encima de ese nivel. Tú estás haciendo lo mismo si tomas a tu hijo – que podría ser bueno en sólo un aspecto del negocio o podría necesitar preparación en general – y lo haces el jefe o incluso el heredero aparente. Esto hace un pésimo favor tanto a tu hijo como a tu compañía.
No le des a tu hijo muy poco
Trabajar en el negocio de la familia durante varios años te hace ganar el respeto desde el principio. Pasar tiempo en todos los departamentos, ensuciarse las manos y salir a vender demuestra tu empeño en aprender y ser mejor. Cuando ponen a alguien así a cargo de las cosas, es porque se ganó la confianza de los líderes del negocio, aún y cuando no fueran parientes.
La familia a veces no es tan rápida en reconocer tu contribución. A menudo tendrás que luchar por un lugar en la mesa que tus compañeros de trabajo sienten que mereces. Será una situación desafiante que surgirá en parte por un intento de no romper la primera regla y en parte de uno de no reconocer que algún día, la sucesión tendría que ser discutida.
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No mantengas tus planes en secreto
Como propietario de una pequeña empresa familiar, hay que tener en cuenta muchas cosas. ¿Vas a entregar el negocio a la próxima generación o venderlo? ¿La mantendrás en propiedad de la familia, pero dirigida por alguien que no sea pariente?
Es posible que no sepas las respuestas a estas preguntas, pero deben ser discutidas. Cuando alguien se une a la empresa familiar, muchos de los empleados asumen inmediatamente que finalmente esa persona se hará cargo de ella.
En realidad, eso no es algo seguro de que suceda y no aclarar las cosas con los empleados puede provocar que algunas personas se vayan al pensar que se bloquearía su camino a la cima, y otros pueden tener una falsa seguridad sobre el futuro a largo plazo del negocio.
Estar abierto, tal vez conseguir ayuda
Estos no son temas fáciles de discutir. Si tu hijo quiere tomar el control y no crees que sea capaz o crees que un familiar es una mejor opción, esa es una conversación difícil. Es posible que desees obtener ayuda externa, que puede ser cualquier persona, desde un consultor pagado hasta un asesor de negocios de confianza, pero tienes que tener las conversaciones.
Lo ideal sería que todos los miembros de la familia involucrados -propietarios y empleados, así como cualquier persona que heredaría una parte del negocio- se reunieran regularmente. Eso podría ser mensual, trimestral o incluso una o dos veces al año, pero tiene que suceder. La comunicación puede ayudar a resolver problemas antes de que dañen tu negocio.
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