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Efectos de la Pandemia COVID-19: ¿Qué se ve al horizonte para la Economía y el Sistema Internacional?

Efectos de la Pandemia COVID-19: ¿Qué se ve al horizonte para la Economía y el Sistema Internacional?

Pixabay

Por Gino Cavalli Sáenz   

La realidad es que la mayoría de la fuerza de trabajo que existe hoy, ha pasado antes por algún tipo de crisis económica. Estas personas ya bien conocen que cada vez el dolor es diferente y las amenazas se manifiestan de maneras distintas. Aun así, se percibe un sentimiento con matices de esperanza confiando en que los emprendedores y las organizaciones siempre se adaptan y terminan volviendo a la normalidad. El ser optimistas, según algunos líderes economistas, no será suficiente para superar este presente shock que sacude a la economía global hasta sus más profundos cauces. La presente política limitante de circulación, que han adoptado una gran cantidad de gobiernos como medida para ‘aplanar la curva’ de infecciones, ha resultado en el freno de actividades en países que representan el 53% del PIB Mundial – posicionando a esta presente recesión para ser más severa que las anteriores.

La salida de esta situación parece ser igual (o más) complicada que su cuerpo, por una combinación de elementos muy particular. Se ve un conjunto de consumidores e inversionistas elevadamente precavidos, un ritmo operativo disparejo entre multinacionales, incrementos en política regulatoria, seguramente de salud tanto como de política monetaria y fiscal, y una reestructuración de la red financiera global. De esta forma se presenta un panorama tanto de crisis como de oportunidad, en donde las empresas que busquen salir adelante, tendrían que ir encabezando las estrategias apegadas a las nuevas tendencias: la adopción de tecnologías nuevas, un ‘inevitable paso hacia atrás’ de la incontrolabilidad de las cadenas de suministro globales, y las ventajas que tendrán ‘los líquidos’ o aquellas organizaciones que cuentan con flujos de efectivo y reservas vastas – que además de sobrevivir, pueden prestar.

Muchas de las empresas han estado efectivamente acaparando las oportunidades que presenta la crisis. Empresas como Estée Lauder y Dior han comenzado a fabricar y distribuir gel desinfectante. Ford, 3M y General Electric entraron a las operaciones para fabricar respiradores, de lo que existe una gran escasez, y Gap y Zara ahora enfocan capital importante en la producción y distribución de tapabocas. Esto no solo se ve en el sector de manufactura, sino en donde eran previamente rivales despiadados, los restauranteros se han juntado como frente de equipo para apoyarse entre todo el sector.

Aún ante todas las diferentes respuestas que hemos visto, existe una desconfianza general hacia las organizaciones. Muy pocas de las compañías públicas han mostrado sus cálculos sobre el posible daño financiero que conlleva la pandemia, causando incertidumbre y especulaciones fuertes en el mercado. Para generar un panorama, la caída promedio que causó la crisis del 2008 fue del 15% (en el 66% de las empresas que vieron caídas). Los cálculos para esta nueva situación dictan que las caídas del 50% serán más que comunes. El Fondo Monetario Internacional (FMI) recalculó sus expectativas para el PIB Mundial, de antes calcular un crecimiento del 4.8% a caer un 3.3%, un ajuste de 8 puntos porcentuales, algunos premiados economistas ven estas cifras como altamente optimistas.

La demanda mundial por petróleo ha caído alrededor del 35%, obligando a los países de la OPEP (junto con EEUU) a hacer videoconferencias y discutir para llegar a un acuerdo de emergencia en el precio del barril. Las empresas en promedio sólo cuentan con reservas para sobrevivir de 3 a 6 meses y eso es para los que sí las tienen. EEUU ya reportó 22 millones de personas participando en el reclamo de desempleo reciente, para recibir beneficios que no cubren las necesidades del Estadounidense promedio y encima no hay como poner a trabajar. Tratando el problema como uno de liquidez y aventarle (poco) dinero encima, no será suficiente. ¿Pagará Donald Trump por sus políticas responsivas a la crisis? Han sido muy poco populares, y con matemáticas muy básicas, se le pueden ver las carencias, pero este es tema para otra semana. Hoy hay presente un tema más latente, ¿Que va a pasar con la Economía Global?

El daño se sentirá cada vez más cuando las cadenas de pagos domésticas empiecen a desbaratarse. H&M, una de las empresas más lucrativas del mundo, ha pedido la suspensión del cobro de la renta, afectando a las organizaciones (grandes y chicas) de inmuebles comerciales. Incontables cadenas de suministro han sido interrumpidas. El cierre total de Italia, vio afectadas las cadenas de miles de productos desde queso hasta componentes de motores. El gobierno de Hong Kong, ya afligido por la situación con el gobierno Chino, reporta un alto desbalance de sus multinacionales mientras ellas cancelan transacciones e ignoran sus órdenes de pago.

En las dos recesiones anteriores, el 10% de las empresas con calificaciones de crédito, cayeron ante el incumplimiento. Los estudios de las organizaciones internacionales, reportan que ese 10% sería un piso optimista en esta ocasión y que puede llegar a elevarse hasta un 50%. El FMI, ha reportado que no tiene más dinero para prestar (o ni siquiera regalar) dado a que el 55% de los países ya han pedido préstamos relacionados a los efectos del COVID-19 – tomemos un momento para dejar que ese dato resuene, ya no hay dinero y no estamos en las últimas. Por encima, es conocido que los préstamos que otorga la FMI vienen con una alta condicionalidad. Una gran cantidad de los que las piden, terminan generando intereses superiores a lo que fue recuperado y deteriora su crédito final, no tanto como su reputación.

La cuestión de cuáles empresas sobrevivirán recae en tres factores importantes, su balance financiero, la facilidad de acceso a subsidios y préstamos gubernamentales, y su método de reestructuración. ¿Que pasará más allá de las empresas? El renombrado economista Joseph E. Stiglitz, predice un cambio completo de las cadenas de suministro, y recomendó que los nuevos modelos sean “más robustos domésticamente, con visión de largo plazo, más resistente a los shocks (especialmente los financieros), completamente sensible al hecho de que la globalización económica ha rebasado el ritmo de globalización política y que cree un mejor balance entre las ventajas de la globalización y la autosuficiencia”. Al leer su artículo, no pude encontrar palabras que de manera más comprensiva describan las fallas de la economía global como la hace Stiglitz, aunque faltaría aún redactar políticas ad-hoc, este es sin duda un gran marco por el cual comenzar.

Robert J. Schiller, otro prominente académico, nos enfatiza la importancia de las ventanas que abre esta pandemia: “para llenar con nuevas prácticas e instituciones que aseguren las medidas efectivas para lidiar con shocks globales y que dejen de contribuir a la desigualdad”. Suena como aquella época de posguerra mundial, en donde los líderes en la conferencia de Bretton Woods, generaron un consenso global para la creación de instituciones que hoy son el FMI y el Banco Mundial. “Una oportunidad similar a aquella de Bretton Woods se aproxima” – asegura Schiller – “y hay que ser simultáneamente rápidos y cautelosos”.

Derivando de esta pandemia surgen temas como los subsidios que han estado recibiendo las poblaciones de ciertos países, ¿es este un paso importante en el camino a establecer renta básica universal? “En tiempos como estos, habría que compartir el riesgo así como los esfuerzos para asegurar confianza en el nuevo panorama” – asegura Schiller.

Llegando justo sobre un clima político global donde los movimientos de nacionalismo se encontraban en alza, esta crisis viene aumentando los esfuerzos de manera soberana al estilo “cada quien por sí mismo”. Aunque en practica es más complejo, habiendo muchos países que se ayudan uno al otro, estos tienden a quedarse dentro de las líneas de los tratados internacionales que forman las regiones comerciales como TLCAN, MERCOSUR y la EUROZONA – efectivamente causando segregación regional (y comercial) entre el mundo.

“El riesgo verdadero” nos dice Gita Gopinath “es el renovado interés orgánico que desplaza alejándose de la globalización por parte de personas y empresas a causa de esta crisis”. ¿Tendrá razón? En mi opinión, bastante. Encima, tendremos que preocuparnos por la exponenciación de estos desplaces al ser compuestos con los políticos que busquen explotar los miedos de tener fronteras abiertas (los anti-neoliberales). Se presta a la imposición de política económica proteccionista y restringida al comercio global – todo bajo el pretexto de la salud pública – un excelente pretexto por cierto.

Para ponerle más drama a la cuestión, ya que le faltaba, existe el dilema entre la salud pública y la economía. ¿A cual se le debe dar prioridad? Entre más tiempo estemos en cuarentena, menos gente muere (por el virus), pero más gente se queda sin qué comer o cómo generar. Entre más tiempo exista la restricción de movilidad, más profunda será la herida económica y más tardaremos en hacer una recuperación. ¿Qué se hace? Encima de las maniobras ultra complejas que han estado elaborando los Bancos Centrales para lidiar con los pasivos, existen unas ideas que se consideran ambas radicales y necesarias, por ejemplo estallar la inflación o la generación de un incumplimiento público colectivo – el cual no es tan dramático como suena ya que solo afectan las deudas gubernamentales donde el acreedor es el Banco Central.

Si el interés de la respuesta colectiva es la aversión del riesgo y el bienestar, puede ser multiplicado por las fuerzas de estancamiento. Si respondemos a la deuda con austeridad, las cosas seguramente se pondrán peor. Habrá que llamar para un esfuerzo activo y visionario a nivel supranacional para salir de esta con salud (no solo física sino económica) – todo es sólo una cuestión de ver cuál fuerza política va a controlarla y representando los intereses de quién. Tras tantas cuestiones y complicaciones que nos brinda esta pandemia, quedan muchas preguntas por contestar y muchos efectos por ver, pero algo que nos queda claro es que es tiempo de una reestructuración. Más importante, es tiempo de un esfuerzo global, es hora de que brillen las instituciones internacionales como lo hicieron en las épocas de posguerra. Que nos demuestren que el sistema internacional es confiable y que tienen el interés de la humanidad entera como prioridad en su agenda. Donald Trump esta semana canceló el financiamiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS), justo el esfuerzo contrario de lo que estamos pidiendo. Ahora es tiempo de multilateralismo, estos esfuerzos deben de ser colectivos, sostenibles e igualitarios. De crear otro desbalance como los anteriores, la población inevitablemente irá corriendo a alguien más. ¿Un líder carismático que promete el retorno a la grandeza de una nación? Esa se nos hace conocida. 

Gino Cavalli es Maestro de Relaciones Internacionales y Economía Internacional por la Universidad de Groningen y nuestro correspondiente de Asuntos Globales – ¿Tienes dudas o comentarios sobre el artículo? ¡Escríbenos! redaccion@businesstribe.com.mx

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