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7 actitudes de los jefes que desmotivan a los empleados

Un líder debe saber cómo interactuar con sus colaboradores.


Pocas cosas son tan costosas y disruptivas para mal como los gerentes que matan la moral. Un mal liderazgo desmotiva a los empleados, hace que tengan un desempeño inferior y que salgan por la puerta trasera a la primera oportunidad.

Lo más aterrador es la prevalencia de estos casos. Una investigación realizada por la firma Gallup muestra que el 70% de los empleados se consideran desconectados en su trabajo.

La evidencia demuestra que las organizaciones saben lo importante que es tener empleados motivados y comprometidos, pero la mayoría no responsabiliza a los gerentes por hacerlo realidad. Y cuando no lo hacen, la línea de fondo sufre.

Investigaciones de la Universidad de California encontraron que los empleados motivados eran 31% más productivos, lograban 37% más ventas y eran tres veces más creativos que los colaboradores desmotivados. También tenían un 87% menos de probabilidades de dejar de fumar a causa del estrés, según un estudio del Corporate Leadership Council en más de 50 mil personas.

Empeorando las cosas

Antes de que los gerentes puedan comenzar a crear empleados motivados y comprometidos, hay actividades críticas que deben dejar de hacerse.

Hacer muchas reglas estúpidas: las compañías necesitan tener lineamientos, eso es un hecho, pero no tienen que sentir la necesidad de crear orden a la fuerza o con nimiedades. Ya sea que se trate de una política de asistencia demasiado estricta o anunciar cada movimiento que se realiza dentro de la oficina, incluso un par de reglas innecesarias pueden volver locas a las personas. Cuando los buenos empleados sienten como si el Gran Hermano los está mirando, buscarán otro lugar para trabajar.

Dejar los logros sin reconocer: es fácil subestimar el poder de una “palmada en la espalda”, a todos les gustan las felicitaciones, sobre todo a quienes siempre trabajan duro y lo dan todo. Recompensar los logros individuales demuestra que estás prestando atención. Los gerentes deben comunicarse con su gente para descubrir qué los hace sentir bien (para algunos, es un aumento; para otros, es un reconocimiento público) y luego recompensarlos por un trabajo bien hecho.

Contratar y ascender a las personas equivocadas: a toda persona le gusta trabajar con profesionales afines. Cuando los líderes no hacen el arduo trabajo de contratar al personal indicado, es un desmotivador importante para aquellos que trabajan junto a ellos y promover a las personas equivocadas es aún peor. Cuando trabajas a fondo solo para que te dejen pasar por alguien que no lo merecía, es un insulto masivo.

Tratar a todos por igual: hacer esto muestra a los mejores empleados que no importa qué tan alto se desempeñen, recibirán el mismo trato que aquel que solo realiza el mínimo esfuerzo.

Tolerar el mal desempeño: se dice que en las bandas de jazz, el grupo es tan buena como el peor músico; no importa lo buenos que sean el resto de los miembros, todos escuchan al que peor toca. Lo mismo ocurre en una empresa; cuando permites que los enlaces débiles existan sin consecuencias, arrastran a todos los demás.

Renegar tus compromisos: hacer promesas a la gente te coloca en una línea delgada entre hacerlos muy felices o verlos salir por la puerta. Cuando se mantiene un compromiso, se crece ante los ojos de los colaboradores porque demuestra que el líder es digno de confianza. Sin embargo, cuando se ignora el acuerdo, se crea una imagen despreocupada e irrespetuosa. Después de todo, si el jefe no cumple con sus compromisos, ¿por qué deberían hacerlo todos los demás?

Ser apático: más de la mitad de las personas que dejan sus trabajos lo hacen debido a su relación con su jefe. Las empresas inteligentes se aseguran de que sus gerentes sepan cómo equilibrar el ser profesional con el ser humano. Quienes no se preocupan realmente siempre tendrán altos índices de rotación.

Es imposible trabajar para alguien más de ocho horas al día cuando no están personalmente involucrados y no les importa nada más que su productividad.

¿Cómo mejorar las cosas?

Una vez que se hayan erradicado los siete comportamientos negativos que desmotivan a las mejores personas, es hora de reemplazarlos con nuevos hábitos.

Seguir la regla de platino: La Regla de oro (trata a los demás como quieres que te traten) tiene una enorme falla: asume que todas las personas quieren ser tratadas de la misma manera. Este precepto ignora el hecho de que las personas tienen motivaciones muy diferentes, unos pueden amar el reconocimiento público, mientras que otros odian ser el centro de atención. La regla de platino (trata a los demás como quieren ser tratados) corrige ese defecto.

Los buenos líderes son excelentes para leer a otras personas y ajustan su comportamiento y estilo en consecuencia.

Ser fuerte sin ser duro: las personas esperarán para ver si un líder es fuerte antes de decidir si seguir o no su liderazgo. Es mucho más probable que las personas muestren fortaleza cuando su líder hace lo mismo. A pesar de esto, muchos líderes confunden el comportamiento dominante, el control y la conducta dura con la fuerza; piensan que prácticamente hostigar a las personas de alguna manera inspirará a un público fiel. El respeto es algo que se gana.

Recordar que la comunicación es una vía de doble sentido: muchos gerentes piensan que son grandes comunicadores, sin darse cuenta de que solo se comunican en una dirección. Algunos se enorgullecen de ser accesibles y de fácil acceso, pero en realidad no escuchan las ideas que las personas comparten con ellos.

Algunos incluso no establecen metas ni proporcionan un contexto para las cosas que les piden a las personas, mientras que otros nunca ofrecen retroalimentación, lo que hace que las personas se pregunten constantemente si están haciendo bien o mal su trabajo.

Ser transparente: cuando los gerentes intentan enmascarar o hacer eufemismos para hacer que las cosas parezcan mejores de lo que son, los empleados ven a través de ello.

Ser humilde: pocas cosas matan la motivación tan rápido como la arrogancia de un jefe. Los grandes líderes no actúan como si fueran mejores que tú, porque en lugar de verse en una posición de prestigio, lo ven como una responsabilidad adicional para servir a aquellos que los siguen.

Tomar un interés genuino en el equilibrio trabajo-vida de los empleados: el exceso de trabajo quema a los colaboradores de inmediato. El exceso de trabajo de los buenos empleados es desconcertante para ellos; los hace sentir como si estuvieran siendo castigados por su gran desempeño. Una reciente investigación realizada por Stanford muestra que la productividad disminuye por hora considerablemente cuando la semana laboral supera las 50 horas.

 

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