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La creciente burbuja dentro de Silicon Valley

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¿Cuna de disrupción o burbuja de ignorancia?


Por: Nino Pérez

Silicon Valley desde siempre ha sido sinónimo de tecnología, innovación y grandes emprendimientos digitales. Cómo no verla así, si varias de las más grandes compañías en el mundo tienen su casa ahí, como lo es el caso de Facebook, Google, Apple y muchas otras más, que en los últimos años se han apropiado de nuestro tiempo, ocupando un rol cada vez más importante dentro de nuestras vidas.

Sin embargo, en los últimos años se ha convertido en víctima de su propio éxito, fomentando un ambiente tóxico a fin de favorecer su reducido círculo privilegiado, en vez de buscar el cambio tecnológico que tanto la había caracterizado, escondiendo ésto bajo un discurso falso de transformación y disrupción social.

El poder techie desde hace tiempo se ha encerrado en una pequeña burbuja que no ve más allá de su propio beneficio, apuntando a ser el próximo unicornio sin otro objetivo más que  tener dicho título. Sólo cabe recordar varios de los más reciente fracasos que han resonado dentro del ámbito para ver que lo anterior es verdad. El “diseño” de experiencias como Juicero, una máquina de jugos de 700 dólares conectada al internet que exprimía paquetes de fruta exactamente igual a como lo harías tú mismo con las manos, dejan mal parado al ecosistema de Silicon Valley.

juicero silicon valley

 

Qué tal el caso de la cínicamente llamada Bodega, una glorificada máquina expendedora que se jacta de crear un futuro en el que las tiendas de conveniencia locales en Estados Unidos conocidas allá como bodegas ya no existan más. La noción de básicamente gentrificar el negocio familiar de miles de familias, eliminando el contacto humano  y adjudicándose el nombre del mismo concepto que planean distribuir, no sentó bien dentro del público.

Estos ejemplos fijaron un patrón poco alentador en 2017, uno en el que el sector tecnológico se dedica a “reinventar”  industrias, agregando muy poco valor con excepción de banales términos innovadores como “internet de las cosas” o “disruptivo”. Pareciera como si el nuevo batch de emprendedores se enfocara más en envolverse en un ciclo vicioso en donde crean y son apoyados para sí mismos, localizando problemáticas tan “monumentales” como “no tengo tiempo para irme a comprar un jugo por las mañanas”.

No por nada grandes inversores como Peter Thiel y Tim Ferriss han abandonado San Francisco en la época reciente, además de otros más que han argumentado que escapan de un ecosistema arrogante y desgastado. Cabe recordar también los reportes que acusan una falta tremenda de diversidad en cuanto a raza y sexo que ponen en mayor tela de juicio si el privilegiado ecosistema “siliconesco” en realidad sigue viviendo en el mismo planeta que nosotros.

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